Visibilidad.
El mundo
necesita saber. Nosotros necesitamos que sepan. Pero son los fumadores a quienes
realmente urge abrir los ojos. Todo esfuerzo se queda corto ante las
espeluznantes estadísticas, ante una sociedad indiferente, ante unos fumadores
engañados por una información ambigua. Y engañosa en consecuencia.
Necesita
saber que cincuenta mil personas fallecen al año en España por diferentes
patologías relacionadas con el tabaco, dieciocho mil de ellos a causa de la
EPOC.
Que
cuantos más años cumplan, más posibilidades hay de que pasen a engrosar el
número de pacientes.
Que el
primer paso para dejar de fumar es desearlo y a partir de ahí se puede
conseguir cualquier cosa.
Que el
cigarrillo electrónico es el caballo de Troya de las tabaqueras, la trampa para
introducir la nicotina en todos los formatos posibles, el engañabobos de los
ingenuos. Que jamás va a ayudarnos a dejar de fumar y puede seducir a nuevos
incautos, proclives a dejarse atrapar por lo moderno.
Que hace
falta informar sobre la EPOC y las enfermedades coronarias para que el mundo se
entere de que el cáncer no es lo único que ocurre por fumar. Que los
profesionales de la salud tendrían que hablar mucho más alto y claro de lo que
lo han hecho nunca, que el gobierno debería divulgar los efectos del tabaco en
spots publicitarios similares a los que emite la Dirección General de Tráfico. Debido
al derroche, tanto económico como en vidas humanas, es una inversión que urge. Y
no es opinión mía: las cifras expuestas más arriba son bastante elocuentes.
Que las
cifras de fumadores fallecidos deberían publicitarse periódicamente como se ha
hecho con otras epidemias mucho menos dañinas y arraigadas, por ejemplo la gripe
A.
Que las
víctimas vivas, es decir los enfermos, sus familias y las de los fallecidos
deberían asociarse e iniciar la batalla de la información, pues todo indica que
nadie lo va a hacer por ellos.
Que una
buena manera de iniciar esta batalla pacífica sería usar un símbolo conocido
por todos: el lazo en la solapa. El lazo marrón de la nicotina en camisas, chaquetas
y abrigos de cónyuges y viudos, de padres, de los propios pacientes oncológicos,
respiratorios, cardiovasculares.
Recoja
estas ideas quien pueda y quiera ponerlas en práctica. Se las regalo con
muchísimo gusto.
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